Altos y finos troncos de árboles cubiertos de un manto de hojas bañadas en el rocío de la mañana, brillante cuando lo agita el viento, como un mar de lentejuelas en mitad de un frondoso paisaje de colores verdes y manantiales transparentes.
Cada paso se hunde en una alfombra de hierba a la vez que la humedad moja un poco más tus pies y, aún, el frío altera la calidez de la piel. A cada paso, el sol filtra sus rayos entre las ramas de los árboles que cubren aquel lugar y da luz a los peces e insectos que buscan su alimento sin descansar.
El agua fluye decidida, marcando el paso del tiempo y permitiendo la vida, dibujando a su paso un camino de contrastes, de ruidosos saltos de agua y suaves laderas.
Cualquier otra presencia humana estropearía la magia del entorno en ese instante. Instante en el que es fácil imaginar el juego de seres fantásticos moviéndose entre los rincones y escondrijos del bosque, curiosos y vacilantes ante los movimientos de un visitante.
El encantamiento y la razón confluyen en un paraje recóndito que muchos lugareños han disfrutado pero, también, sufrido y respetado durante siglos.
En definitiva, ha sido un viaje de cinco días a tiempos del pasado y del presente, siendo testigos de la fusión de un sueño libre, hermoso e instintivo de la propia naturaleza y las posibilidades y necesidades humanas.
domingo, 30 de agosto de 2009
Perderse en Asturias
Soplado por Miriri a las 9:31 Veletas: Asturias, Magia, naturaleza
miércoles, 13 de mayo de 2009
Gente en el metro
Un día cualquiera, en el metro de Madrid, como podría ser otro lugar y otro momento.
Hay gente alegre, gente cansada, gente ilusionada, gente con ganas de marcha, gente que espera, gente entretenida, gente concentrada, gente despistada... Y, entre toda esa gente, de repente, una accidental mirada.
Sin querer repetir el momento, ahora es su sola presencia la que le delata.
No digo ni hago nada, pero esa mirada... Evitando un nuevo cruce y, a la vez, deseándolo, necesito cerciorarme. Al ver sus ojos clavados sobre mí, una ola de calor sube desde mis pies. Como leyes naturales, como imanes que se atraen sin tener que justificar.
Su insistencia refleja lo que podría pasar. ¿Nos dejamos llevar? Un momento de dilación, es mucha la atracción, pero... No, tomo el control de mis impulsos y dejamos la historia volar en la imaginación.
Nunca una fantasía me hizo sentir tan viva.
Hay gente alegre, gente cansada, gente ilusionada, gente con ganas de marcha, gente que espera, gente entretenida, gente concentrada, gente despistada... Y, entre toda esa gente, de repente, una accidental mirada.
Sin querer repetir el momento, ahora es su sola presencia la que le delata.
No digo ni hago nada, pero esa mirada... Evitando un nuevo cruce y, a la vez, deseándolo, necesito cerciorarme. Al ver sus ojos clavados sobre mí, una ola de calor sube desde mis pies. Como leyes naturales, como imanes que se atraen sin tener que justificar.
Su insistencia refleja lo que podría pasar. ¿Nos dejamos llevar? Un momento de dilación, es mucha la atracción, pero... No, tomo el control de mis impulsos y dejamos la historia volar en la imaginación.
Nunca una fantasía me hizo sentir tan viva.
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