martes, 29 de julio de 2008

Quien tiene un amigo, tiene un tesoro.


Una verdad colosal.

Creo que todo el mundo sabe qué es un amigo y a quién puedes considerar amigo. Hoy voy a hablar sobre los míos.

Ninguno de mis amigos es igual que otro, claro, pero sí hay aspectos comunes entre ellos, que son los que hacen que podamos comprendernos.

Están los amigos que conozco desde hace años y están los nuevos amigos, que conozco desde hace poco tiempo que, para una amistad, es unos dos años...

Con los primeros, lo mejor es ver cómo va pasando el tiempo y sigues compartiendo cosas con ellas, cosas buenas y cosas menos buenas. El entendimiento entre ambos es muy grande y la seguridad de poder contar con ellos, también. Silvia y Laura son mis mejores amigas. El pilar de mis amigas. También están Javi, Rafi, Anicami, Mario, Marta y Merche.

Con los segundos, es diferente pero también es especial. El cariño y la confianza se van forjando mutuamente, a la vez que vas conociendo a la otra persona, pero sobretodo hay un sentimiento de esperanza e ilusión porque esa andadura no termine. Tener un nuevo amigo es como recibir un regalo. Así que, mis nuevos regalos son Noe (que apareció como la sorpresa de un huevo Kinder, como ella dice), Marisa, Helena, Iru y Pay.

Por ellos sé que, a veces, la distancia separa a los amigos, pero no tiene por qué ser un impedimento, sólo se trata de una dificultad.

Otras veces, surgen problemas, decepciones o desengaños, que también pueden separar a esas personas, pero también son posibles de superar.

La amistad es dar sin esperar nada a cambio, es comprender a la otra persona y apoyarla. Respetarla y ayudarla.

Igual que me resulta dificil creer en el amor de pareja, puedo afirmar que, incluso con mis meteduras de pata, mis amig@s han estado a mi lado. No tengo muchos, pero los que tengo, valen su peso agua (que es el mayor tesoro de esta tierra).

Así que en este sentido, puedo sentirme afortunada.